miércoles, 29 de octubre de 2014

“Los cristianos no lo saben, pero están celebrando con nosotros nuestra fiesta [...], y nos encanta.” (Palabras de una bruja citadas en el diario USA Today)



He decidido poner como título de esta nota esta frase que me llamó mucho la atención y espero que haga lo mismo contigo.
Creo que todos sabemos ya los orígenes de “Halloween”, pero voy a hacer una pequeña reseña histórica para ubicarnos y meditar al respecto.
La celebración del Halloween se inició con los celtas, antiguos pobladores de Europa Oriental, Occidental y parte de Asia Menor. Entre ellos habitaban los druidas, sacerdotes paganos adoradores de los árboles, especialmente del roble. Ellos creían en la inmortalidad del alma, la cual decían se introducía en otro individuo al abandonar el cuerpo; pero el 31 de octubre volvía a su antiguo hogar a pedir comida a sus moradores, quienes estaban obligados a hacer provisión para ella. El año céltico concluía en esta fecha que coincide con el otoño, cuya característica principal es la caída de las hojas. Para ellos significaba el fin de la muerte o iniciación de una nueva vida. Esta enseñanza se propagó a través de los años juntamente con la adoración a su dios el "señor de la muerte", o "Samagin", a quien en este mismo día invocaban para consultarle sobre el futuro, salud, prosperidad, muerte, entre otros.
Cuando los pueblos celtas se cristianizaron, no todos renunciaron a las costumbres paganas. Es decir, la conversión no fue completa. La coincidencia cronológica de la fiesta pagana con la fiesta cristiana de Todos los Santos y la de los difuntos, que es el día siguiente, hizo que se mezclara y  se llenaban de miedo ante las antiguas supersticiones sobre la muerte y los difuntos. Algunos inmigrantes irlandeses introdujeron Halloween en los Estados Unidos donde llegó a ser parte del folclore popular. Se le añadieron diversos elementos paganos tomados de los diferentes grupos de inmigrantes hasta llegar a incluir la creencia en brujas, fantasmas, duendes, drácula y monstruos de toda especie. Desde ahí, se ha propagado por todo el mundo.
Si desean más información, y la hay, en Wikipedia está bastante claro.
Hoy en día, Halloween es una de las fechas más importantes del calendario festivo estadounidense y canadiense. Algunos países latinoamericanos, conociendo aún esta festividad, tienen sus propias tradiciones y celebraciones ese mismo día, aunque coinciden en cuanto a su significado: la unión o extrema cercanía del mundo de los vivos y de los muertos. En Europa son muchas las ciudades en las que los jóvenes han decidido importar el modo con el que Estados Unidos concibe Halloween celebrándolo con fiestas y disfraces. Aunque en algunos lugares, como Inglaterra, la fiesta original ha arraigado de nuevo. El hecho de que esta fiesta haya llegado hasta nuestros días es, en cierta medida, gracias al enorme despliegue comercial y la publicidad engendrada en el cine estadounidense.  El 31 de octubre por la noche, se ha convertido en una ensalada mental en la que no faltan creencias en brujas, fantasmas y cosas similares.
Según el libro Mitos celtas, de la profesora Miranda Green, se creía que durante la fiesta pagana de Samhain —la cual se celebraba hace más de dos mil años— “los espíritus del Más Allá podían recorrer la tierra y los humanos podían visitar el mundo de los muertos”. Y añade: “La tradición de Samhain ha sobrevivido en los tiempos modernos en las fiestas de Halloween y del Día de Difuntos”. Ahora bien, la Biblia enseña que los muertos “no tienen conciencia de nada en absoluto” (Eclesiastés 9:5). Por tanto, no pueden interactuar con los vivos.
Aunque muchas personas consideren que el Halloween es una diversión inofensiva, la verdad es que las prácticas asociadas a esta celebración no lo son. La Biblia dice claramente: “Nadie entre los tuyos deberá [...] servir de médium espiritista o consultar a los muertos” (Deuteronomio 18:10-12, Nueva Versión Internacional). Y también advierte: “No quiero que ustedes tengan algo que ver con los demonios. Ustedes no pueden beber de la copa del Señor, y también de la copa de los demonios” (1 Corintios 10:20, 21, Reina-Valera Contemporánea).
Tal vez no creas en los espíritus. Tal vez te parezca que el Halloween es solo una oportunidad para divertirse con tus hijos y hacer que echen a volar la imaginación. No obstante, hay quienes piensan que esta celebración es peligrosa. ¿Por qué?
Los seguidores de la religión wicca —que practican brujería y ritos celtas— siguen llamando a la noche de Halloween por su nombre antiguo, Samhain, y la consideran la más sagrada del año. El diario USA Today citó las siguientes palabras de una bruja: “[Los cristianos] no lo saben, pero están celebrando con nosotros nuestra fiesta [...], y nos encanta”.
Frente a esta perspectiva, me pregunto ¿por qué siempre damos más importancia a celebrar con cosas malas o del mal? O algo importante, como es “comercial y todos lo hacen, no vamos a quedarnos fuera”,  teniendo en cuenta el título de esta nota, pienso, en realidad estoy celebrando una fiesta inofensiva o estoy colaborando sin saberlo con los que están haciendo el mal.
¿Crees que merece la pena investigar los oscuros orígenes del Halloween y de fiestas parecidas?
Si lo haces, quizás decidas unirte a las muchas personas que no participamos en esta celebración.